Te busco entre los enredados cables
de mi mente y no te encuentro.
Luego miro más allá de mi ser,
buscándote en una flor, nube o estrella,
en cada soplo del viento
y en la noche más oscura.
Pero no te encuentro.
Quisiera poder decir cosas bellas,
grandiosas y eternas,
pero baste decir que tan solo escribo
lo que pienso desde corazón.
Cuando el cuerpo te pesa
el alma parece encerrada
entre las entrañas,
es difícil percibir su aliento.
El corazón late un poco más lento,
casi imperceptiblemente,
pero basta para que la sangre
corra pausadamente
y la existencia parezca detenerse.
Cuando los colores abandonan la pupila,
el brillo más intenso
se convierte en dolor de cabeza
y la inspiración en letra muerta.
Pero siempre desde el fondo
puedo sentir el calor de lo eterno,
que lucha incansablemente por salir
en cada oportunidad para entregarse.
En cada verso, palabra o mirada
el alma quisiera escaparse
para unirse entera con el Universo.
Pero en ocasiones el cuerpo
se vuelve demasiado denso
y una barrera parece separarme
infranqueablemente de la esencia.
Continuo buscandote,
y aunque la esperanza pareciera dormir,
algo me dice que te acercas.
Seguiré esperando...