domingo, 17 de febrero de 2008

Escribía

Llegó así, de pronto, como quien entra sin tocar a la puerta.

Era de noche y el ruido le impedía pensar con claridad, pero dentro, las trompetas y clarines sonaban demasiado fuerte para ser ignorados.

La música esférica se colaba en cada espacio del Universo y aún más allá del tiempo. Su corazón resonaba con alguna estrella lejana que no pudiera nombrar.

El silencio es algo más que una noche donde todo pareciera dormir, es la sinfonía que se cuela en cada átomo y que brilla sin luz en los oidos invisibles del alma.

Repasaba lentamente las letras de cada palabra que pareciera provenir de algún lugar lejano, sin saber que una musa le susurraba lentamente melodías demasiado bellas para ser escritas, demasiado claras para ser vistas, pero de alguna manera traducidas en signos.

Las alas de su angel le oultaban los misterios que en su interior le hacían sentir una angustia parecida al amor, o quizas era el amor mismo que le hacía angustiarse sin demasiadas razones a su interior.

Letras que llueven, en un diluvio contenido demasiado tiempo, demasiados minutos encerrados por aliento, demasidas palabras sin decir que ahora escapan libres con el viento.

Escribía sin saber de manera precisa de que, pero escribía, y en cada pulso, sus dedos construían un puente entre dos mundos tan distantes como unidos.